El Oro verde
De esta manera definimos el Aceite, un producto noble y especial. Hoy en día es algo verdaderamente precioso, que tiene su precio, su calidad y su valor. Además ¿sabías que, en el mundo antiguo, griegos y romanos consideraban el aceite un don bendecido por los dioses?. Era un producto que representaba una bendición, y su producción y consumo siempre estaban acompañados por unos ritos muy espirituales y profundos. Efectivamente la tradición asocia las olivas con Athena, diosa de sabiduría y conocimiento.
El Aceite era símbolo de prosperidad, bienestar e identidad cultural: representaba la sección más importante del trabajo de agricultura de estas poblaciones, que dedicaban cada otoño a la recolección. Ellas unían celebraciones y comidas, y el aceite siempre era objeto central.
Sin embargo, el Aceite representa también uno de los productos más versátiles que siempre se ha podido utilizar tanto en la cocina como en la medicina y en la cosmética. Por ejemplo, los romanes lo versaban sobre los cuerpos para los masajes: la tradición del baño de Aceite era algo muy difundido para relajar la persona, cuidar al cuerpo y al alma. También se utilizaba para engrasar los cuerpos de los muertos: un ritual religioso y proceso de conservación.
Todas estas actividades con el Aceite son debidas a la importancia dada al producto, que antes era un verdadero símbolo de prestigio social, un bien de lujo. Después de la caída del imperio romano y del declino de las poblaciones griegas y romanas, la producción y el uso del Aceite de Oliva sufrieron unos cambios: la disminución de su importancia entre todos. Sin embargo, la difusión del cristianismo y la importancia de los ritos religiosos ayudaron a su sobrevivencia, porque ponen al centro de cada rito el Aceite, símbolo de celebraciones, humanidad y paz, llevando la herencia del Aceite de Oliva hasta nuestros días.